Los fantasmas de Chernóbil
- dogmaargentina
- 13 abr 2016
- 4 Min. de lectura
Un accidente en una central nuclear desatado en esa ciudad que actualmente es parte del territorio de Ucrania generó una situación que superó largamente lo terrenal.
Un poco de historia
El 26 de abril de 1986 ocurrió el único evento nivel siete en la historia de la humanidad, considerado con el grado más alto en la escala de accidentes nucleares internacionales.
En la ex Unión Soviética, más exactamente en Chernóbil, explotaba el reactor número 4 de la central nuclear, lo que dio como resultado la lluvia radiactiva más impresionante de la historia, cuatrocientas veces mayor que la de Hiroshima. La nube de polvo radiactiva y el vapor generado por la explosión llegaron a Suecia y a muchas partes de Europa occidental apenas transcurridas 48 horas del fatídico evento.
Una de las zonas más afectadas fue la cercana localidad de Prípiat, que se convirtió en una ciudad fantasma, ya que población alguna puede habitarla. En la actualidad, varios grupos de investigación de lo paranormal aseguran que Prípiat es uno de los lugares más encantados de la tierra, donde suceden tantos fenómenos inexplicables que se considera una puerta a lo desconocido.

El desastre
En general, todo lo relacionado con Chernóbil está sellado en un hermetismo bastante importante. Solo se informó que 31 personas fallecieron por la actividad radiactiva. Sin embargo la explosión sigue cobrando sus víctimas, aunque se desconoce cuántas muertes se han sucedido a causa de este desastre. Incluso es sabido que quienes en esa época tuvieron contacto con esta zona y se expusieron durante mucho tiempo a la nube radiactiva han tenido hijos con discapacidades, cáncer, síndrome de Down, etcétera.
En un primer momento, luego de la explosión decidieron construir un sarcófago de hormigón alrededor del pueblo para contener cualquier posible fuga de radiación y, obviamente, la ciudad fue evacuada en su totalidad.
Prípiat en la actualidad
La ciudad ha quedado congelada en el tiempo, en las mismas condiciones en que se encontraba al momento de su evacuación. Habitar el lugar o estar más tiempo de lo debido en la zona puede provocar en cualquier ser vivo la absorción de niveles de radiactividad muy por encima de lo aceptable.
Los platos
y utensilios en las mesas servidas; la ropa en los armarios; cochecitos de bebés en la estación del ferrocarril, abandonados por cientos de padres apresurados por escapar del lugar; camas todavía armadas con harapos, casas con su decoración original; objetos y fotos… todo sigue intacto en el tiempo.
Al momento de su evacuación, Prípiat contaba con 50.000 habitantes.
Hoy solo sus fantasmas habitan la ciudad y hasta el parque de atracciones, que fue inaugurado al día siguiente de la evacuación, se mantiene inerte. La noria oxidada, conocida como la Rueda de la Fortuna, es una imagen muy popular del sitio, que ilustra por demás las condiciones en las que se encuentra en la actualidad.
La explosión – el motivo de la tragedia
Aquel 26 de abril de 1986, durante una prueba en la que se simulaba un corte de suministro eléctrico de la central nuclear de Chernóbil, un aumento súbito de potencia en el reactor 4 produjo el sobrecalentamiento de su núcleo del reactor, lo que terminó provocando la explosión del hidrógeno acumulado en su interior.
Básicamente se estaba experimentando con el reactor para comprobar si la energía de las turbinas podía generar suficiente electricidad para las bombas de refrigeración en caso de un fallo y hasta que arrancaran los generadores diésel.
Indudablemente se trató de un error humano que causó la muerte de 31 personas y forzó la evacuación de 116.000, además de la alarma internacional.
Son muy pocos los investigadores de diferentes ramas de la ciencia que, aun ataviados con la indumentaria
necesaria, se atreven a recorrer una zona de desastre de las dimensiones de lo que ocurrió en Chernóbil aquel 26 de abril de 1986. Es que el tiempo de exposición a la elevadísima radiación en el lugar, incluso a casi treinta años, sigue siendo tan alta que se considera que un ser humano solo puede transitarlo algo menos de siete minutos e inmediatamente replegarse.
Inclusive, se han hecho experimentos con pequeños animales, que murieron a los pocos minutos de ser soltados en la denominada Zona Cero, el punto donde se desató el desastre. En cuanto a Prípiat, también está deshabitada y la radiación continúa siendo altísima.
Fenómenos paranormales
Considerado uno de los lugares más interesantes de la tierra por muchos investigadores de lo paranormal, Prípiat se ha convertido en una puerta al más allá. Hay una teoría bien instalada que afirma que la actividad radiactiva funciona como activadora e intensificadora de los fenómenos paranormales.
Pero independientemente de estas hipótesis, antes de la explosión nuclear muchas personas habían reportado avistamientos del llamado Pájaro Negro de Chernóbil, una criatura semejante a un hombre sin cabeza, que recuerda a otra conocida como mothman (hombre polilla), el clásico avistamiento antes del desastre del puente de Point Pleasant, en Virginia Occidental, Estados Unidos.
También hubo testimonios de aterradoras pesadillas y llamadas telefónicas muy extrañas, previo al desastre nuclear.
Pero estos no son los únicos fenómenos que tanto estudiosos de lo paranormal, como militares y visitantes han relatado de este fantasmagórico lugar, a pesar de que el tiempo que puede dedicarse a las investigaciones es muy limitado debido a la radiación. Muchos han coincidido en la percepción de llantos de niños, voces, risas, sombras que se pasean y se divisan, sobre todo, en las vacías ventanas del hospital.
Sentirse observados, tocados por presencias invisibles o sensaciones extrañas y de malestar, es moneda corriente entre las personas que se han animado a cruzar esta puerta al otro mundo.

Radiación y actividad inexplicable van de la mano
Muchos investigadores recurren al contador Geiger –instrumento que permite medir la radiactividad de un objeto lugar– para realizar pruebas y verificar si están sucediendo fenómenos paranormales en los sitios que estudian.
Prípiat, cargada aún de radiactividad y anclada en el tiempo, sería entonces la zona cero para estos fenómenos, una especie de puerta al más allá o, incluso, al mismo infierno.
Hoy solo los fantasmas habitan en este pueblo arrasado por una trágica explosión y una constante exposición a campos radiactivos muy por encima de lo normal. Más allá de su paisaje solitario, de la sugestión que puede llegar a sentir una persona por la sola exposición a esta radiación, Prípiat es y será considerado a través de los años como un increíble lugar donde todo puede suceder.
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