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Comunicación con el más allá…

En el siglo XIX, las célebres neoyorquinas hermanas Fox lograron encontrar una manera de comunicarse a través de pequeños golpes con el más allá.

El francés Allan Kardec tomó años después esa peculiar forma de comunicación, investigó y creó, en otro nivel completamente superior, lo que se bautizó como espiritismo.

Pero la historia no se terminó ahí, porque otros grandes inventores dejaron todas sus aficiones y estudios para internarse en el tema de la comunicación con los muertos con una predisposición y empuje digno de otro mundo.


Desde que el austro húngaro Nikola Tesla inventó la radio, el escocés Graham Bell y el milanés Thomas Edison dedicaron gran parte de su vida a generar un artefacto que pudiera comunicarse con el más allá -aunque sus inventos terminaron orientándose a otros frentes– grandes eruditos de la historia y personas que simplemente han trascendido en su ambiente fueron también perfeccionando sus desarrollos fervientemente a encontrar el instrumento perfecto para comunicarse con los muertos, seres queridos y entidades que tengan algo para comunicar.

Ya en el siglo XX el cantante de ópera Friedrich Ferguson, al intentar grabar el canto de un ave en el jardín de su casa, logró captar la voz que luego reconocería como la de su madre en un magnetófono. Descubriendo casi sin querer de esta manera las psicofonías y toda una nueva técnica de registro de voces de ultratumba que seguiría en incremento hasta nuestros días.


Inspirados en este fenómeno, Bill O’Neil y otros eruditos contemporáneos –y no tanto– se encaminaron para crear el spiricom, un instrumento que según cuenta la leyenda fue creado a partir de las directivas que el mismo Dr. Müller –un avanzado técnico en electrónica ya fallecido– daba desde el más allá para que llegara a funcionar correctamente. Créase o no…

Hay un claro interés en muchísimas personas de distintas clases sociales sobre estudios en busca de comunicarse con sus seres queridos y lograr la comunicación con el mundo de los espíritus. Pero estas no son las únicas herramientas utilizadas por estos conocedores del tema, sino que también existen métodos mucho más “caseros” y creativos para lograr dicha comunicación.

Hay elementos como la tabla ouija, el famoso juego de la copa, el del libro, etcétera. También son utilizados por aquellos que quieren conocer qué hay “del otro lado”. Vale aclarar que ninguno de estos elementos nombrados son en realidad juegos, ni mucho menos, sino que son sesiones de espiritismo básico que deben ser guiadas por personas idóneas y sumamente capacitadas para lograr el cometido.

Nadie en su sano juicio que no tenga los conocimientos necesarios para manejar una correcta mediación debe utilizar este tipo de elementos. Como decía Kardec: “No puede haber una comunicación con el mundo de los muertos si no hay un medio que lo canalice”, y este medio no es más que la persona o aquellos que están manejando la sesión.

O sea grupos de todo el mundo se dedican a documentar, investigar y generar nuevas técnicas para alcanzar la comunicación con los muertos. Desde hace ya unos años, personas con distintos conocimientos han llegado a fotografiar, documentar en audio, en video o medir con distintos elementos emparentados con la tecnología la presencia de actividad paranormal en diferentes lugares.

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A veces se utilizan técnicas antiguas, como la comunicación de las hermanas Fox, a través de sencillos golpes; otras, dispositivos avanzados como medidores de campos electromagnéticos con luces y sonido, que se usan como medio para que las entidades, al acercarse o manipular su energía dirigida al aparato, logren comunicarse con nosotros.

Cámaras de video infrarrojas, censores de movimientos, rayos láser, luces estroboscópicas, medidores de iones, medidores de temperatura, cámaras térmicas y de fotos especiales o de amplio espectro son algunos de los elementos utilizados por estos grupos de investigación o ghost hunting en la actualidad.

La nueva tecnología que hace que grupos de todo el mundo utilicen distintos aparatos tanto de medición como de comunicación evidencia que la brecha entre la ciencia y la investigación de aquello que se creía paranormal sea cada vez más corta.


La realidad es que desde siempre hemos tenido una curiosidad muy elevada en relación con la muerte: el conocer cómo es el otro lado de la vida, qué sucede al momento de partir o cómo estarán aquellos seres queridos al cruzar el umbral con el barquero. Son cuestiones que preocupan y conciernen a todos o a casi todos los seres humanos.

La ciencia e investigaciones diversas están haciendo que nuevas técnicas y métodos ayuden a encontrar el camino para descifrar, para descubrir qué sucede más allá de esta vida. Muchos personajes conocidos, científicos, eruditos e investigadores han dedicado su vida a encontrar este camino y/o fórmula infalible… Y más allá de las distintas técnicas y medios para lograrlo, es inevitable el interrogante: ¿queremos realmente saber qué hay más allá de la muerte?

Es indudable que el esfuerzo de tantas personas tiene que ver con una cuestión personal de no aceptar el más allá como una etapa más de la vida, sino como si fuera algo completamente ajeno al desarrollo de una personas como tal. Es hora de que se entienda que, siempre que el respeto priorice los actos a la hora de comunicarse o estudiar el más allá, no es una práctica que reste, sino que suma a que las personas en general puedan encontrar un camino de iluminación a un tema que ven desde la perspectiva de algo siniestro, cuando no es más que un nuevo estadio, una siguiente meta o evolución.

Un poco de historia.

Las hermanas Fox o el comienzo del espiritismo

Lo que les sucedió a Margaretta Fox y a sus hermanas bien pudo llegar a ser uno de los acontecimientos más importantes en la historia de la humanidad.

Porque resultó una prueba concluyente de que los seres humanos pueden comunicarse con espíritus de muertos –lo que presupone que los muertos existen en forma de espíritus, con los que es posible la comunicación– y porque, más allá de miles de críticas, despejó especulaciones de cientos de años al demostrar que la muerte no es el fin de la vida, sino el traslado de la existencia a otro plano superior.

¿Qué les sucedió a las Fox? Vivían en un pequeño chalet de madera en el pueblo de Hydesville, en Nueva York, y el 31 de marzo de 1848 sucedió lo que para muchos fue el comienzo del movimiento espiritista moderno, cuyos adherentes alcanzarían posteriormente a millones en el mundo.

Los hermanos Fox eran siete, pero solo tres vivieron el hecho: Leah, por entonces de 34 años; Margaretta, de 14; y Catherine, de 12. El relato definitivo del incidente lo proporcionó la madre de las tres jóvenes cuatro días después, en una declaración jurada y ratificada como exacta por su marido.

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Contó que la casa donde vivían había padecido golpes, temblores inexplicables en paredes y muebles, además de escucharse ruidos de pasos y puertas. Los moradores consideraron que la casa debía albergar a algún espíritu inquieto y desgraciado.

Aquel viernes, cansados, se acostaron temprano. Margaretta y Catherine –únicas hijas que vivían aún en la casa– sentían miedo por los ruidos y se fueron a la habitación de sus padres. Esto fue quizá lo que animó a las chicas a responder con tanto descaro cuando comenzaron los golpeteos.

Las niñas oyeron los golpes y buscaron reproducirlos, chasqueando los dedos. Cathy dijo: “Señor Slipfoot, ¡haga como yo!”, y golpeó las manos. El sonido se reprodujo.

Cuando ella se detuvo, al rato el sonido cesó. Entonces Margaretta dijo en broma: “No; haga como yo. Cuente uno, dos, tres, cuatro”, golpeando las manos al mismo tiempo, y los golpeteos volvieron como antes. Posteriormente pasaron a comunicaciones más elaboradas, como el uso de un código alfabético por medio del cual se descubrió que los golpes eran obra de un espíritu.

Finalmente, la entidad se identificó como un buhonero de 31 años que afirmaba haber sido asesinado en esa misma casa y cuyos restos estaban enterrados en el sótano. Los vecinos acudieron a verificar lo que ocurría, escucharon los golpes, preguntaron y también tuvieron eco.

Al día siguiente llegaron más visitantes y por la noche, a petición del espíritu, algunos hombres se pusieron a excavar en el sótano para ver si podían comprobar la historia; desgraciadamente el pozo se llenó de agua y hubo que abandonar el intento.

Sus historias continuaron en el tiempo, inclusive perfeccionando su método… y si bien muchos las tildaron de farsantes, lo cierto es que fueron ellas las primeras en marcar el rumbo del espiritismo, tal como aún hoy muchos lo practican.


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