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Actualizaciones sobre el caso: el ‘paso Diátlov’ en el que murieron nueve jóvenes de for

El incidente del paso Diátlov es uno de los misterios más grandes en la historia de Rusia. Nueve excursionistas se aventuraron en los fríos Montes Urales para realizar un trayecto de esquí y acampar en la helada tundra siberiana. El gobierno soviético alegó que la causa de la muerte fue la hipotermia, pero lo cierto es que los cuerpos de los jóvenes excursionistas fueron encontrados destrozados y mutilados. Todavía hoy las autoridades lo consideran un asunto delicado.


Durante años se creyó era una leyenda urbana, sin embargo, la muerte de 9 jóvenes rusos en circunstancias más que misteriosas en los Montes Urales es real.

El incidente del paso Diátlov es también conocido como el “expediente x” soviético debido a las misteriosas circunstancias que rodean la muerte de los nueve jóvenes mientras realizaban una excursión por la zona de Jólat Siajl, un nombre en dialecto mansi que significa “Montaña Muerta”.

Uno pensaría que las duras condiciones climáticas de la montaña son la causa de que esta tenga un nombre tan característico y profético, pero lo cierto es que el nombre tiene un origen más folclórico. La leyenda cuenta que nueve cazadores mansis, un pueblo nativo de la región, se perdieron en el bosque y aparecieron muertos unos días después. Desde entonces la gente había evitado ir en grupos de nueve personas. Los excursionistas rusos hicieron caso omiso de la leyenda.


Una baja que salvaría la vida


En un principio se trataba de un grupo de ocho hombres y dos mujeres. Se reunieron en la ciudad de Ekaterimburgo, situada en la mitad oeste de la antigua URSS, el día 23 de enero de 1959. Desde esta ciudad iniciarían su travesía hasta el norte de los Montes Urales. Tardaron dos días.

Los jóvenes practicaban el deporte del esquí, por lo que su destino principal era la montaña de Gora Ortoten. La montaña de mil metros fue nombrada por las tribus mansi y su nombre nativo se traduce como “No vayas allí”. Sin embargo, estos jóvenes no creían en supersticiones. Nada los alejaría de su ansiado descenso en esquí de 1200 metros, ni siquiera la ruta considerada de categoría 3, la más difícil.

La excursión se inició el 27 de enero. Unos cuantos días más tarde y sin saberlo, uno de los jóvenes, Yuri Yudin, salvaría la vida al volver a casa ya que sufría de un fuerte dolor en el nervio ciático.

Un posible caso de histeria colectiva

Cuando los cuerpos de los jóvenes fueron encontrados, las autoridades se dieron cuenta de que tenían ante ellos un caso que desde cualquier perspectiva era completamente irracional. Los cadáveres habían sido descubiertos muy lejos del campamento que habían montado, con ropa que no era apta para las inclementes temperaturas de las montañas siberianas. Además, la tienda de campaña, que habían usado, de muy buena calidad, había sido destruida y rasgada desde adentro.

La primera hipótesis que se barajó respecto al tema es que los jóvenes podrán haber sufrido un episodio de histeria colectiva que los hubiese hecho atacarse entre ellos. Sin embargo, no había suficientes pruebas como para aceptar esto como un hecho real. La segunda sugería, por las heridas y marcas en los árboles, que momentos previos antes de morir, habían intentado huir de algo. Esta teoría también fue descartada ya que ese algo que podría haber atacado a los jóvenes no había dejado ningún rastro. Era inverosímil que algo con las suficientes dimensiones para asesinar a nueve excursionistas pudiese desaparecer sin dejar ningún tipo de rastro.

La hipótesis más aceptada a día de hoy sigue siendo que probablemente un misil o algún tipo de arma cayó en la zona y obligó a todos los presentes a huir despavoridos, pero eso no explica la gran cantidad de traumatismos que presentaban los cuerpos.

Una periodista en busca del misterio

Lucy Ash, fascinada por el caso, decidió investigar y seguir los pasos de los jóvenes para intentar desentrañar el misterio que escondían aquellas

montañas que habían reclamado la vida de los nueve jóvenes excursionistas. Así fue como la BBC obtuvo uno de los reportajes más importantes para conocer este caso.

Ash decidió que la mejor forma de intentar descubrir que podría haberle pasado a los jóvenes era repetir el trayecto. Un guía local le dijo que lo más probable es que los jóvenes hubiesen seguido el camino del río mientras se guiaban por las pisadas en la nieve de los cazadores de la zona. “Tiene que haber sido físicamente arduo. Tenían que transportar todas sus provisiones”, comentó el guía a la periodista, quien respondió: “Aquí hace tanto frío que no puedo sentir mi cara. En algunos lados te hundes en la nieve”.

Comentando las inverosimilitudes del caso, como el hecho de que los jóvenes no llevasen la vestimenta adecuada para permanecer en la montaña cuando fallecieron, el guía, de nombre Sasha, informó a la periodista que en las fechas en las que las víctimas acamparon la temperatura había llegado a -30 grados Celsius. Nadie entiende por qué los chicos eligieron un lugar tan expuesto a las bajas temperaturas y el viento.

Sin comunicaciones y en condiciones desconocidas

Uno de los integrantes del grupo llamado Igor Diátlov había prometido avisar a su universidad cuando él y sus compañeros regresaran al pueblo más cercano, Vizhai. Esperaban que esa llamada se efectuase el 12 de febrero. Obviamente la llamada nunca llegó, pero en un principio a nadie le sorprendió, habían supuesto que sencillamente habían sufrido un retraso debido al mal tiempo.

Llegado el 20 de febrero los amigos y familiares ya estaban inquietos. El Instituto Politécnico envió un grupo de búsqueda a la zona, conformado por estudiantes voluntarios. Cuando encontraron la tienda de campaña, esta ya estaba bastante enterrada en la nieve. En su interior contenía las botas de los excursionistas y la carne que habían preparado para comer.

Los testimonios de la escena confirmaban que el grupo de búsqueda detectó detalles muy extraños que luego comentaron a Lucy Ash. El primero es que no solo no estaban vestidos para soportar el frío, sino que algunos estaban solo ataviados con su ropa interior.

Por otro lado, la causa oficial de la muerte que dictaminaron las autoridades soviéticas fue hipotermia y congelación, obviando totalmente las heridas de gravedad y los traumatismos que presentaban los cuerpos. Uno de los estudiantes había sufrido una fractura de cráneo, otra lucía un hematoma muy amplio que parecía hecho con algún objeto contundente. Tardaron tres meses en hallar los otros últimos cuatro cuerpos, solo fueron ubicados cuando la nieve se derritió, entre ellos otro presentaba una fractura que le había destrozado el cráneo. Parecía que algo se había cebado con ellos, los había rastreado y los había matado ya que los dos últimos tenían fracturas en el torso que “solo podrían resultar de un accidente de coche” según pudo averiguar Ash.

El secretismo soviético y la teoría más creíble

Según un artículo de BBC, Tatiana Diátlov, hermana de Igor, comentó que las autoridades instaron a su familia a no hacer preguntas. “Nunca sabrán la verdad, dejen de hacer preguntas”, habían instado funcionarios del gobierno ruso. Esto hacía sospechar que se trataba de algún episodio de irresponsabilidad por parte de un régimen obsesionado con su desempeño durante un conflicto de grandes dimensiones como lo fue la Guerra Fría. Nadie podía saber la clase de cosas que ocurrían en el interior de una de las dos superpotencias protagonistas del conflicto.

Lucy Ash no estaba contenta con estos testimonios. Por el bien de su historia necesitaba saber más. Así fue como decidió acercarse a los locales de los Urales para preguntar si tenían sus propias teorías o ideas de lo que había ocurrido en las montañas. Valeri, uno de los líderes tribales tenía algunas cosas que comentar.

En un principio se sospechó de la tribu de los mansi ya que nadie más vivía en la zona, mucho menos la conocían. Al parecer algunos miembros de la tribu incluso fueron arrestados y torturados.

Para el líder tribal las cosas podrían tener una explicación bélica. Al estar en plena Guerra Fría y basar su producción en la carrera armamentística y espacial, es posible que el ejército soviético hubiese estado haciendo pruebas de algún nuevo tipo de proyectil y que este impactase en la zona donde acampaban los jóvenes, obligándolos a evacuar la zona en un apuro para no sufrir los efectos que pudiese llevar consigo el arma.

Personas como la madre de Valeri recuerdan que por aquella época a veces se divisaban objetos raros en el cielo. En un caso todavía más específico, Yuri, un habitante de Ekaterimburgo sospecha que la escena del crimen fue alterada para crear un misterio y desviar la atención de la opinión pública para que no sospechasen que el ejército había tenido algo que ver. Dijo que había podido ver los cadáveres y le sorprendió que la piel de estos lucía una tonalidad anaranjada.

Durante los años 90, cerca de la caída de la URSS, uno de los investigadores llamado Lev Ivanov, reveló a uno de los medios locales que durante su trabajo en el caso interrogó a varias personas que declararon haber visto bolas de fuego en el cielo. Declaró que se le había obligado a clasificar sus hallazgos y olvidarse del tema. Pidió disculpas a las familias de las víctimas por haber contribuido a tapar lo que había pasado. Esta teoría parece quedar reforzada cuando se reveló que en las ropas de los jóvenes se habían detectado altos niveles de radiación.

En 2019 la fiscalía rusa de la región de Sverdlovsk reabrió el caso. Sin embargo, según palabras de Alexander Kurennoi, portavoz de la Fiscalía General, cualquier investigación penal está descartada. “Se ha excluido cualquier posibilidad de un rastro criminal”. Lo que hace sino aumentar las sospechas respecto a la posible participación del gobierno stalinista en el incidente. De momento, solo queda esperar si las autoridades serán capaces de determinar con exactitud que ocurrió aquella semana de principios de febrero de 1959.

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